pálido adiós,

y en esa noche nueva no me reconocí en mi sombra,
quién más que tu caballo para inventarme una verdad?
las aves no duermen en honor a la ausencia de tu felicidad,

invoqué el elixir de los corazones,
el calor dulce de las pasiones,

y terminé bailando con un maniquí en el altar del amanecer,
juro que vestía tu voz, hablaba tus canciones,
tenía tu ropa, tus anillos, conocía nuestra historia, nuestras emociones,

quién mejor que tu caballo para inventarme la verdad?
el lápiz lleno de memoria,
el fuego gris de la otra ciudad,

vuelvo hoy, hija del flautista, a soñar con la paz,
a vivir otra vez las pautas de la música y la eternidad.