Song to the Siren

Long afloat on shipless oceans, I did all my best to smile.
'Til your singing eyes and fingers drew me loving to your isle.
And you sang:

"Sail to me, sail to me, let me enfold you;
here I am, here I am, waiting to hold you."

Did I dream you dreamed about me?
Were you hare when I was fox?
Now my foolish boat is leaning, broken lovelorn on your rocks.
For you sing:

"Touch me not, touch me not, come back tomorrow;
oh my heart, oh my heart shies from the sorrow."

I'm as puzzled as the newborn child, I'm as troubled as the tide.
Should I stand amid the breakers, or should I lie with Death my bride?
Hear me sing:

"Swim to me, swim to me, let me enfold you;
here I am, here I am, waiting to hold you."

Tim Buckley.

Serenata

Los amaneceres son más lindos de lo que recordaba, en los amaneceres no se trata solo de los colores.
Las plazas estaban todas vacías, un par de aves, un par de gatos. El aire nuevo, aire rico y dulce,
tu aire favorito.

No faltaba mucho para el verano, para llenarnos las manos de arena y hablarnos a través del mar. No sé qué sería de mi si no me hubieras enseñado. Otra tarde inolvidable:

-¿Quién habrá pensado en el celeste?

Tus ojos parecian hechos de cielo, parecía que podían leerlo y conocerlo.

-Digo, el cielo podría haber sido verde...

Sonreí.

-Si el cielo fuera verde...

-¿Ves?! Tu sonrisa es celeste...

Las cosas no eran tan simples, a vos te habían pintado del color del verano, a mi siempre me volvían a pintar de blanco.

Los primeros autos apurados, sonidos de pasos, celulares, gente gritando.
Gente con la cabeza hecha de engranajes y agujas de reloj.
Siempre los odiaste.

En la semana de flores me contó por qué se llamaba así.
Se sentó en la cama y no dijo nada,
yo tampoco.
En la ventana ya amanecía otra vez.
Todavía no dijimos nada.

Vos me habías soñado un sueño y yo no podía comprenderlo,
aquella misma tarde me regalaste un lápiz sin punta, tenías un bolso en la mano izquierda.

Paré y me miré en un vidrio de una tienda.
Adentro, un niño le señalaba una mochila a su madre. Me miré otra vez.
Sería mucho más fácil si no tuviera que esperar hasta tus treinta.

Techo gris.

Hacía tiempo que no olía el verano, hasta el viento había olvidado cómo soplarlo. El viento soplaba tanto.
No dije nada, no dijiste nada.
¿Para qué?
Con el tiempo y abrazados de la vida habíamos aprendido a hablar con los ojos, y a leerlos.
De las pocas cosas que teníamos, nuestras de verdad, eran las letras.
Nuestras tazas, tu ventana, mis horas.

No dijimos nada.

¿Para qué?
Si tus ojos me pedían unas horas más,
¿Para qué?
Si sabías, más que nadie, como hacerme saber,

No dijimos nada.

¿Para qué?
Si mis ojos te decían que habían sido los mejores días,
¿Para qué?
Si sabías que justamente esa era la razón,

Nos prometimos soñarnos, no sabías mentir, nunca pudiste. Igual te creí, siempre.

Igual me creíste.
Nos prometimos no llorarnos, no sabía mentir, nunca pude. No me creiste, siempre.

Y un paso y dos, ésos sí los conté, como a los colores de tus ojos, como a las flores con las que te enamoraba.

Las gotas no las contaba, el día también lloró.
Según la Luna, noches eternas después, lloraste más que yo.

"Igual no dejaste de verme." escribiste un día, tenías razón.

Hubiera respondido, si no hubieras pedido que no.

Trébol

Afuera, el cielo no contaba nada nuevo.
Adentro, una luz tenue podría inmortalizar centenares de historias.
Un par de almohadones, una manta, un libro, unas velas y una planta.
Yo.

-Hoy odio a los japoneses...


Y abrió su libro:


-Yo los voy a odiar mañana.


Tapa amarilla.

Círculo de corazones y estrellas.
Y yo:

-Si, es que son tan...deberían tener más colores....


-Hay gente que se va y vuelve, más rápido de lo que cree, ellos demoran años en irse, y cuando lo hacen, nunca vuelven.


Cambié de canal, ella apagó la luz y se volteó cubriéndose la cabeza.

Supe que era hora de irme.

pálido adiós,

y en esa noche nueva no me reconocí en mi sombra,
quién más que tu caballo para inventarme una verdad?
las aves no duermen en honor a la ausencia de tu felicidad,

invoqué el elixir de los corazones,
el calor dulce de las pasiones,

y terminé bailando con un maniquí en el altar del amanecer,
juro que vestía tu voz, hablaba tus canciones,
tenía tu ropa, tus anillos, conocía nuestra historia, nuestras emociones,

quién mejor que tu caballo para inventarme la verdad?
el lápiz lleno de memoria,
el fuego gris de la otra ciudad,

vuelvo hoy, hija del flautista, a soñar con la paz,
a vivir otra vez las pautas de la música y la eternidad.

pero si hablamos de ayer,

te recuerdo amando que mis muñecas estuvieran vacías,
me habías explicado, mientras liberabas las tuyas, que las muñecas se atan con cadenas a lo largo de los años,
amabas, más que nada limpiármelas de pecado.

amabas mi colección de atardeceres,
lo cual es sumamente probable puesto que eras la razón por la cual había empezado mi colección,

algunas cosas funcionan así,
algunas cambian, otras no,

y se nos iban los dedos contando maravillas,
con tus dedos se contaba mejor,

yo, por mi parte, soñaba con ser tu alquimista,
vos me pateabas el universo para dos,

hoy, hace un año que se terminó la guerra,
hoy, en paz, hace un año que comprendí que no ibas a ser vos,

es extraño, pero hoy, todavía sueño yo,
silbo tus canciones, vestido de blanco y se filtra el agua del corazón,

cuando no sabía tu nombre,

es más fácil hablar de penumbras, de las nubes de tu sombra,
de tu sombrero roto,

detrás de tu cielo, millones de respuestas de ésas de las que nos contamos,
de las que nos sueñan verdades y nos tejen desiertos de andares,
tus altares,

queríamos sonrisas,
saliste, escuchaste, volviste,
las habías conseguido:

-Las conseguiste!

hojas abrazadas por el frío,
talladas con tu nombre,

cuando no me gustaban los finales,
cuando aprendimos porque nos enseñaste,

ahora entendí, eran tus ojos,
por eso,

era mi botella vacía en mitad de tu puente,
era volverse,

porque ahora me gustaría una de tus gotas en mi espejo,
una de tus diosas, de ésas que entienden a las mariposas,
poder reconocerme en mi reflejo,
poder hacer que seas, como cuando eras,
para que veas, como cuando hacía que vieras,

para que no se me caigan, otra vez, las ideas,